La patronal de las aseguradoras españolas (Unespa) en su gala anual del fraude, premian los casos más llamativos que se detectaron en 2015. Las compañías dedican cada vez más recursos a prevenir y perseguir las estafas, aunque el volumen de dinero que se intenta defraudar sigue siendo enorme. El año pasado se contabilizaron 306.000 partes fraudulentos, por un importe estimado de 550 millones de euros.
Un caso muy curioso, está relacionado con los seguros de empresa. Fue el traslado de atunes vivos en jaulas a granjas de engorde localizadas en Alicante y Murcia.
La empresa declaró que el buque había sufrido una rotura del timón, lo cual provocó que se rompiesen las jaulas y escaparan los atunes, por un valor de 1,7 millones de euros.
La aseguradora demostró que los peces se vendieron en el trayecto, pero, como el dinero cobrado no parecía suficiente, decidieron reclamar la indemnización del seguro.
Al final… los pescados por mentirosos fueron los propios dueños.
Aumentan los sucedáneos
El fenómeno de que hasta un 73% de lo que se vende en los mercados y consume en restaurantes como atún rojo acaba siendo otra especie, se debe a una escalada de equívocoscon efectos económicos tan evidentes como la diferencia entre un bolso de marca y su imitación. A añadir la ausencia del control administrativo de la cadena comercial. Estas prácticas van desde el simple desconocimiento hasta el fraude.
A finales del 2015 se conoció el estudio mejor fundamentado sobre elpresente y futuro del atún rojo, cuya explotación sostenible se hace en las granjas marinas de Ametlla de Mar, por iniciativa delgrupo Balfegó, que lidera la venta mundial (primer cliente, Japón) de atún rojo.El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de su Centro de Estudios Avanzados (CEAB), con sede en Blanes, ha establecido el primer registro objetivo de los niveles de engaño en el consumo de atún rojo, es decir, pagar por un sucedáneo lo mismo que por el original.
Hay tres túnidos fáciles de confundir: rabil (aleta amarilla), patudo (bigeye u obeso), y rojo. Los dos primeros no tienen restricción de pesca. En su precio real, el rabil sale a 11,6 euros el kilo y el patudo a 6,7 euros el kilo. El atún rojo auténtico, a 26 euros. Determinar dónde empieza el fraude desde que se pescan hasta que se consumen, no es tarea fácil. El informe del CSIC, según advierte la bióloga Begonya Melich (grupo Balfegó) contiene también una pista elocuente, la del fraude inverso, las etiquetas incompletas o con información falsa, que llegan al extremo de vender atún rojo auténtico al precio de sucedáneo, lo que revela la pesca ilegal de la especie controlada para evitar la vigilancia administrativa.
Fuentes | elperiodico.com