El mundo está envejeciendo, ¿quién nos cuidará?
La perspectiva que se dibuja para el futuro de la población es ya un hecho: en los próximos 15 años la población de 65 años y más se incrementará en torno a un 80% hasta casi alcanzar los mil millones de personas. Bajo esta realidad, satisfacer las necesidades de cuidados de las personas mayores será uno de los principales desafíos a los que se enfrente la sociedad. Por ello, el último estudio sigma de SWISS RE ‘¿Quién nos cuidará?’ se centra en la búsqueda de soluciones sostenibles de cuidados a largo plazo para un mundo que está envejeciendo y examina cómo deben abordarse los ajustados presupuestos estatales, los cambios demográficos, los pocos recursos personales y la limitada concienciación si queremos superar este desafío. De hecho, la concienciación sobre los riesgos y costes de los cuidados a largo plazo es muy baja, asevera el estudio. Y un ejemplo, según los datos presentados por sigma, es que en la mayoría de países las personas no tendrían suficientes recursos para cubrir los costes de una estancia de larga duración en una residencia, incluso aunque vendieran sus casas.
Asimismo, en la mayoría de países sería muy difícil que, con unos ingresos medios, los jubilados o sus hijos pudieran pagar la estancia. Es decir, son sistemas insostenibles y que no tienen carácter global. Pero aun así, muy pocos se dan cuenta de que hay un déficit de financiación. También existe un error muy extendido que consiste en considerar que el gobierno desempeñará una función primordial como prestador de cuidados. “El problema es que la gente subestima el coste de los cuidados a largo plazo y sobrestima lo que proporcionará el estado”, afirma Kurt Karl, economista jefe de SWISS RE.
En muchos mercados avanzados, las prestaciones públicas no cubren completamente el elevado coste de los cuidados. En la mayoría de mercados emergentes no suelen existir sistemas de prestación pública, mientras que los modelos tradicionales de cuidados familiares se están viendo presionados por cambios demográficos, como por ejemplo, la migración de las generaciones más jóvenes desde las áreas rurales a las urbanas y el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral, señala el informe.
Aún hay margen para el mercado
Desde SWISS RE explican que se necesita un enfoque integrado y multilateral, incluyendo el seguro privado, para poder ofrecer el proceso completo de los cuidados. Hasta la fecha las aseguradoras solo han desempeñado un pequeño papel en la financiación de los cuidados a largo plazo, con diferentes factores en el lado de la demanda y la oferta que han dificultado el desarrollo de un sector de seguro privado a gran escala. Hay margen para que el mercado crezca, afirman, ofreciendo más soluciones de tipo híbrido que combinen seguro de dependencia con productos de vida, jubilación /pensión y enfermedad grave.
Las aseguradoras también pueden desarrollar nuevos productos que se adapten mejor a las necesidades del cliente, como rentas vitalicias para necesidades inmediatas y productos de cuidados a corto plazo. “Pero las aseguradoras no pueden hacerlo solas”, matiza el informe. Todas las partes interesadas, incluyendo gobiernos, instituciones sanitarias, prestadores de cuidados y consumidores, deben contribuir a lo que debe ser una solución de cuidados a largo plazo económicamente sostenible. Por ejemplo, las aseguradoras privadas pueden convertirse en inversoras en infraestructuras y servicios de cuidados, y los empresarios pueden hacer más por aumentar la concienciación sobre los riesgos de los cuidados a largo plazo.
Otras soluciones aportadas en el estudio son: mayor coordinación entre los diferentes agentes implicados en la prestación de cuidados y más promoción de iniciativas de envejecimiento saludable, así como incentivos fiscales para alentar y apoyar a los familiares para que se conviertan en cuidadores domésticos y permitir que aquellos que deseen continuar trabajando lo hagan, ya sea en el sector formal o en actividades de compromiso social. Por último, la innovación tecnológica puede facilitar una mejor vigilancia de la salud y la coordinación de los cuidados.