Recientemente se ha aprobado una directiva del Parlamento Europeo que prohibe la vinculación de la contratación de hipotecas a otros productos como los seguros de hogar.
Desde ADICAE (Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros) también dan cuenta de ello:
http://usuariosdebancayseguros.adicae.net/?articulo=476
La práctica actual de las entidades financieras es la imposición al consumidor de todo tipo de seguros vinculados a los préstamos hipotecarios como condición necesaria para el otorgamiento o mejora de sus condiciones financieras: seguro de daños, de amortización, de vida. Pero no existe ninguna normativa legal que imponga al prestatario la suscripción de un seguro de vida, o de amortización, ni siquiera el de daños.
Los artículos 5 y 8 de la Ley 2/1981 de 25 de marzo de Regulación del Mercado Hipotecario indican que si una entidad de crédito desea emitir cédulas o bonos hipotecarios con base a las hipotecas concedidas a los consumidores, es preceptivo que la vivienda hipotecada disponga de un seguro que cubra los riesgos por daños en el inmueble.
Esta obligación no corresponde por ley al consumidor, sino que es una condición contractual que nos imponen así bancos y cajas de ahorros. Dado que el cumplimiento de este requisito es de interés exclusivo para la entidad prestamista, resulta injusta la imposición del mismo al consumidor.
Máxime cuando, en caso de producirse un siniestro, y a los efectos de recibir la indemnización consiguiente, las entidades financieras exigen que al formalizarse la escritura de préstamo como la póliza del seguro, se incluya una cláusula de cesión irrevocable de la indemnización que pudiera corresponder. Es decir, se designa como beneficiaria de la indemnización a la entidad, hasta el importe al que ascienda la responsabilidad hipotecaria.
Esta práctica es abusiva, no sólo porque impone “al consumidor la contratación de bienes y servicios complementarios o accesorios no solicitados”, sino porque beneficia y enriquece injustamente a la entidad de crédito. Además, este abuso se amplifica cuando las propias entidades de crédito aprovechan para colocar al cliente, no sólo un simple seguro de daños (incendios por ejemplo), sino otro tipo de seguros como los de hogar, que son más caros. Otro problema es que al consumidor no se le permite que compare ofertas de otras entidades ya que el banco o caja de ahorros le impone el seguro de su propia compañía aseguradora.